domingo, 25 de noviembre de 2012

Presidente: ¡Pare y mande parar!




La situación nacional e internacional entra a complicarse y el sentido común aconseja  “bajar la pelota al piso” y llamarse a silencio, que es todo lo contrario que está haciendo el gobierno del Frente Amplio.
Y el principal responsable de esta permanente exposición  verborrágica, que por su contenido linda con una constante diarrea, es el presidente de la república, José Mujica, y también su esposa, Lucía Topolansky.
Se le pasó ya la mitad del período destinado al ejercicio presidencial que le confirió la mayoría de la ciudadanía y aún no se dio cuenta de la responsabilidad de su cargo y de que todo lo que diga -y como lo diga- agrava la situación.
Ya quedó atrás aquella “ingenua” imagen de Mujica sentado en un banco de una escuela de su barrio, donde esperaba que le confirmaran en condición de qué debía votar en las elecciones del BPS. En realidad ni él se había desayunado que nunca había aportado un peso, ni como patrón ni como asalariado. Tampoco hubo nadie que lo fiscalizara, ni nadie que le advirtiera del hecho, y si lo hubo, no le escuchó.
Las embarradas siguieron y hoy son mucho peores, porque son varias por día y comparables con las de “el pato criollo”. A tal punto que en las últimas declaraciones a Canal 4 se mostró con los pantalones remangados.     
Así Mujica sale a “lo pampa” prometiendo subsidios para los ex trabajadores de la empresa Pluna, contrariando a sus propios ministros Lorenzo y Pintado, sin tener idea de cuánto y cómo se hace y qué puede pasar cuando se terminen los recursos con los que se financiarían esas promesas. ¿Acaso ya no se acuerda del agujero que le quedó a ANCAP de la desaparecida empresa que gerenció Matías Campiani? ¿O será que la comprita de la avioneta en EEUU se lo hizo olvidar?
Entretanto y mientras Mujica cuestiona los logros del sindicato de la bebida, que lidera Richard Read,  el ministro de Economía amenaza con quitarle el subsidio a las cervezas. “El chantaje”, según Read, obligaría  a las patronales a contener los futuros ajustes salariales (en base a la inflación proyectada), porque al gobierno se le “desmadra” el costo de vida, del que todos los consumidores sabemos que hace rato se les fue de las manos.
El “parate” en los convenios colectivos salariales, entre los que está también pendiente la construcción,  apunta por sobre todas las cosas a que no se dispare el aumento que -por mandato constitucional- se debe otorgar cada 1 de enero a jubilados y pensionistas. ¡Ahí está el cangrejo!

                                        Argentina y Medio Oriente

En el plano regional, las declaraciones de Topolansky a Canal 12 en medio de una crítica situación argentina - al borde del default técnico, según muchos analistas- apunta a agravar el relacionamiento ya deteriorado por demás.
Por otra parte, la compleja situación internacional en Medio Oriente dejó al desnudo las discrepancias que se viven en la coalición que gobierna al país, con pronunciamientos del MPP, que desconoce la dirección del Frente Amplio.
Mónica Xavier, entretanto, intentó recurrir a la vieja fórmula salvadora de convocar a “una malonada” a la Plaza Cagancha para el jueves 22, con el pretexto de reclamar la paz entre israelíes y palestinos. Y ahí, ahogados por los cánticos y el flamear de banderas, se barría para abajo de la alfombra.
Y este llamado a la militancia fracasó de punta a punta. Ni siquiera los miles de asalariados del aparato gubernamental accedieron a la primera convocatoria de masas de la flamante presidente del Frente Amplio.
Les quedan un par de nuevas instancias: ofrecer más subsidio a industrias a crear y  “concentrar público” en el Estadio Centenario para el concierto del “compañero” Silvio Rodríguez (con la bandera de Cuba de fondo y con entradas “populares” que van de $650 a 2.000 pesos, que organiza la Intendencia de Montevideo y apoya ANTEL).
En la primera de las opciones,  la lista de candidatos al subsidio bien puede estar encabezada por la estatal marihuana “pa todos” y el perfume con esencias del entorno Mujica.
De esto último, y al destapar el frasco, puede emerger una desagradable sorpresa, porque entre tanta “equivocación”, dimes y diretes, marchas y contramarchas, ya -sin envasarlo- lo que se siente por todos lados es un fuerte perfume hediondo.

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