lunes, 13 de mayo de 2013

MONTEVIDEO


Montevideo que feo te veo

Montevideo es una ciudad sucia, llena de residuos que no se levantan con carritos que intentan suplir a los recolectores municipales generando graves inconvenientes  sanitarios y de circulación vehicular.
La tracción a sangre fue prohibida en la década del  50 cuando se optó por la automotriz. Una serie de inconvenientes produjeron aquel cambio que nadie discutía. Era el progreso.
Hoy volvieron los pobres caballitos. Son todos  flacos, desnutridos y brutalmente exigidos, dando esa imagen que deprime a quienes los observan.
¿Cómo superar el problema?
Solo existe un camino: la duplicación diaria de los servicios.
¿Cómo es esto?
Pasando dos veces para vaciar los mismos con tenedores, se desalienta la informalidad y se evitan conflictos.
Es más viable exigir a los vecinos colocar los residuos en determinados horarios, una o dos hora antes del pasaje del camión recolector, que intentar perseguir y capturar los carritos.
 Ya no tiene la Intendencia de Montevideo personal hábil  para dicha tarea. Recordemos que manejar un carro guarda relación con ese caballito flaco y desnutrido que puede llegar a ser un gran dolor de cabeza para los inspectores que tan solo reconocen los petisos del Parque Rodó.   


Por las calles de Montevideo



Si el mayor índice de muerte  corresponde a los accidentes de tránsito que involucran a los jóvenes,  bien vale la pena rever las normativas y generar nuevas acciones para revertir este flagelo.
La ciudad de Montevideo tiene más de 35.000 cuadras  pero no dispone de personal para generar una vigilancia adecuada acorde con sus responsabilidades.
Los inspectores de tránsito son tan solo suficientes para los controles de patentes  de rodado en horarios diurnos, ubicándolos en los cruces estratégicos de la ciudad.
Todo lo demás  está en el debe. Nadie instruye a los Inspectores y ellos siguen desplazándose  por la calle aceptando normativas no válidas.  Actúan como peatones pero se equivocan al suponer que el uniforme los salva cuando caminan conversando con su compañero  por las calles de Montevideo.