miércoles, 11 de julio de 2012

EL OPROBIO


En el “Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano”, libro de referencia para todo aquél que quiera entender la izquierda latinoamericana, se nombran 3 obras que son los marcos, los creadores,  o el ADN  -diríamos-  de ese pensamiento a nivel continental. De esas tres piezas literarias, dos son uruguayas:  “Ariel” de Rodó y “Las Venas Abiertas de América Latina” de Galeano.
Tal es la influencia que a nivel de elaboración pensante ha tenido Uruguay, que en muchos textos se refiere a Montevideo como ese “faro de luz, Atenas del Sur de la cual todos esperamos la guía”. De esa herencia cultural forma parte Quijano y su semanario “Marcha” y el Frente Amplio hizo cimiento de ella para construir su identidad como partido.
Por eso, hoy, cuando un gobierno frenteamplista ha cometido el oprobio inimaginable en la “Sumisión de Mendoza” (porque de cumbre no tuvo nada),  el desconcierto más absoluto cunde entre la izquierda criolla. Nuestro gobierno no solo participó, sino que propició una agresión al Paraguay. Salió del marco de los tratados y aceptó las decisiones de Argentina y de Brasil, dejando mortalmente herido al Mercosur, que desde ahora en adelante no es reunión de iguales sino imposición de los más grandes.
Se comprende así las idas y vueltas del canciller Almagro, quien salió con una posición y volvió con la otra y que aunque aclare la circunstancia del cambio, como sanducero y de nacionalista hasta anteayer,  le debe costar reconocerse cuando se mira al espejo tras concurrir a la inimaginable circunstancia de participar en una conspiración contra Paraguay.
Y el vice Astori tras décadas y décadas de una intelectualidad universitaria, puesto ante el hecho que consuma una lejanía tan grande de los principios éticos del Ariel, tan propio del realismo político que detestó Rodó, tampoco pudo dar la callada como respuesta en esta instancia. La lógica de los hechos no es de convencimiento sino de imposición. Allí reposa la gran diferencia. La línea -que pese a todos los maquillajes y pegoteos inútiles en pro de mantener “la unidad de acción”- separa a los grupos frenteamplistas en democracia. La lógica tupamara de imponer (antes por las armas ahora por el arbitrio de los hechos consumados) no tiene cabida y asi lo ha dicho en sus propias palabras: “Lo que es bueno recordar -porque tiene que ver con las profundas definiciones democráticas de la izquierda- es que no se puede, no se debe, avasallar la ley por la política”.
Hace unos días, varios artículos señalaban que este período de gobierno corre el riesgo de pasar de largo sin dejar absolutamente nada: ni un Plan Ceibal, ni una Ley de Empresas Públicas, ni reforma, ni plan, ni iniciativa alguna que permita distinguirlo de otros. La obra del presidente Mujica -quien aceptó la responsabilidad de su accionar- pasará a la historia como la que cometió el oprobio y dejó la mancha más grande en la política exterior del país desde la Triple Alianza, cuando concurrimos como perro atado a la ejecución de lo que según el propio Galeano era el mejor proyecto de un país latinoamericano independiente.
Es que este revés nos devuelve a épocas muy anteriores. Nos hace recordar que poco después de la victoria de Ituzaingó, el gobierno argentino de la época, temeroso de que la Provincia Oriental se sumara a las filas federales,  llegó a firmar un Tratado de Paz por el cual devolvía a Brasil la Provincia (o sea Uruguay de hoy). Fue tal la indignación que tal traición (conocida en los libros de historia como la Misión García) que provocó la caída del gobierno de Buenos Aires y en la Provincia Oriental alimentó las ideas independentistas, pues comprobó una vez más que éramos una pieza de trueque entre Argentina y Brasil.
Y allí nos ha devuelto Mujica con su temerario accionar individual. Ciego al futuro hemos quedado sujetos a los vaivenes de nuestros vecinos, no bajo los Tratados libremente aceptados, sino a la decisión de sus gobiernos. Vaya si serán nefastas las consecuencias para el prestigio y la soberanía de nuestra Patria.


Editorial de Agrupación Compañeros

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