Esa idea es la
primera y sin ella las demás no se conciben.
Asi el Partido
Nacional tiene a la libertad como su razón primaria, como lo expresa el primer
documento de la Agrupación Compañeros: “Para el Partido Nacional, en tanto partido liberal, la
libertad es el valor supremo: libertad de las personas, libertades políticas,
libertad económica. No es concebible una libertad coja o parcial”.
Esta idea se
antepone a las de Igualdad y a la de Justicia. ¿Qué sentido tiene ser iguales
si no somos libres?. O ¿qué importa que la sociedad sea justa si no es libre? y
sí es totalitaria.
Y allí radica
nuestra diferencia fundamental con los partidos que componen el Frente Amplio y
no proceden del pensamiento democrático. Para ellos la búsqueda de la Igualdad
justifica la pérdida de algunas libertades. Esta diferencia que parece tan
teórica, tan etérea, tan alejada de la realidad, es la
que nos permite mirar lo que realmente está en juego ante el ataque a la
Suprema Corte de Justicia por parte de la izquierda.
El tema de los
derechos humanos (DDHH) hace ya más de
30 años que está en discusión entre nosotros, según hacen parecer algunos
frentistas, quien no suscriba la posición más dura se transforma en un defensor
del terrorismo de Estado, en un cómplice de las violaciones de los DDHH y sobre
todo en una persona detestable, pero lamentablemente mucho de esto huele más a
venganza que a justicia.
Para los
nacionalistas las garantías de las libertades individuales están cuestionadas y
cuando eso sucede no acudimos en defensa de militares golpistas, acudimos en
defensa de nosotros mismos, pues esas garantías son las que protegen los
derechos de todos, los míos y los de mi prójimo y ante la turba que se alza
clamando por supuestas injusticias nosotros vemos un intento para destruir las
garantías constitucionales y acudimos como siempre lo hemos hecho, en forma
casi instintiva, como la primera vez y como siempre a ser los Defensores de las
Leyes.
La
Constitución es pues nuestro escudo y no un pedazo de papel. Sabemos lo que es
vivir anhelando su plena vigencia y como su menosprecio es abrir la puerta al
totalitarismo que sufrimos todos.
Por ello, ante
el cacareo cacofónico llamando a atropellar al Poder Judicial, vuelven a
nuestros oídos aquellas palabras de Wilson el día del golpe de Estado de 1973,
lanzando con confianza el nombre del Partido Nacional, entonces para vengar,
hoy para defender, como siempre nuestra República y su Constitución.
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